El Sr Edward L. Chalif por la década de los años 20´s, se dedicó activamente a la obra de los boy-scouts. En una de las cartas enviadas a Dale Carnegie (famoso escritor de la época) narra la siguiente sorprendente historia:
“Un día – escrbía el Sr. Chaif – comprobé que necesitaba un favor. Se estaba por realizar una gran convención de los boy-scouts en Europa, y quería que el presidente de una de las más grandes empresas del país pagara los viajes de uno de nuestros niños.
Afortunadamente, antes de ir a ver a este hombre, supe que había extendido un cheque por un millón de dólares y que, después de pagado y de cancelado, le había sido devuelto para que lo pusiera en un marco.
En una comida, una mujer que acababa de heredar dinero, ansiaba en causar una impresión agradable en todos. Había despilfarrado una fortuna en pieles, diamantes y perlas. Pero no había hecho nada con la cara. Irradiaba acidez y egoísmo. No había comprendido esta mujer lo que sabe todo el mundo: que la expresión de un rostro es más importante, mucho más que la ropa que nos ponemos.